sábado, 26 de febrero de 2011

¿Cuántas malas historias salen de un inicio cojonudo? III

Una mañana, tras un sueño intranquilo Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto.

Otra más.
AMANECER

JUAN PEDRO RODRIGUEZ MURILLO

Una mañana, tras un sueño intranquilo Gregorio Samsa se despertó convertido en un hombre desdentado. Notaba como sus dientes se movían, con total libertad, dentro de su boca. Se incorporó y escupió, una a una, las 32 piezas en el orinal de porcelana blanca. El ruido metálico de los dientes chocando contra la loza se elevó y propagó por la casa, mezclándose con un sollozo cercano.

Era Greta, su hermana. Fue a su habitación y la encontró tirada en el suelo, escupiendo, uno a uno, sus dientes en el orinal.

Aturdidos, juntos, en lánguida procesión, fueron hasta la cocina, con los orinales en la mano, acompañados por el tintineo de los dientes al rodar sobre la cerámica. Y allí estaban sus padres. Cabizbajos, mirando la mesa. Sobre el mantel grisáceo, dos montículos de marfil.

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